El 22 de abril de 1985 comenzó el juicio civil a los integrantes de las Juntas Militares impulsado por Raúl Alfonsín. Los integrantes de las juntas militares que aplicaron el terrorismo de Estado entre 1976-1983 fueron sentados en el banquillo de los acusados en el contexto de una democracia aun frágil.
En la oportunidad los jueces Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, León Carlos Arslanián, Jorge Valerga Aráoz, Guillermo Ledesma y Andrés J. D’Alessio, integrantes de la Cámara Nacional de Apelaciones, empezaron a escuchar centenares de testimonios de los sobrevivientes y familiares de las víctimas. Finalmente, la sentencia se emitió el 9 de diciembre e incluyó las condenas de Videla y Massera, a prisión perpetua, Viola recibió 17 años, Lambruschini ocho y Agosti cuatro, en tanto que el resto de los acusados quedaron absueltos.
Años más tarde, en diciembre de 1990, los represores se vieron beneficiados por los indultos que dictó el expresidente Carlos Menem y quedaron en libertad. Sin embargo, la derogación y posterior anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, en 2003, y la decisión de la Corte Suprema de Justicia de declararlas inconstitucionales, en 2005, los volvió a sentar en el banquillo de los acusados. Los Juicios aún continúan en muchas provincias incluida Jujuy.
Todo es Cultura dialogo con el docente, investigador y escritor Reynaldo Castro para echar luz sobre cómo vivió Jujuy aquel histórico período y cuando comenzó el juicio a los represores en la provincia. Castro relato que el inicio del primer juicio a las juntas militares se vivió con mucha emoción ya que nadie pensaba que se iba a enjuiciar a los comandantes. “Yo me acuerdo que en su campaña presidencial Alfonsín vino a Jujuy y hablo en un acto en la calle San Martin esquina Bustamante, un acto muy pobre en el sentido de cantidad de asistentes, pero muy emocionante porque ahí dijo que iban a juzgar a los comandantes y responsables de las Fuerzas Armadas cuando nunca en la historia del país y de toda la América Latina golpista se había juzgado a los represores. Hablo con tanta vehemencia que me emociono. Yo a los otros candidatos no los escuche hablar de eso. Ítalo Luder, el candidato del Justicialismo, no hablaba de eso. La verdad no pensé que se iba a lograr”.
Aquí vale precisar, señaló Reynaldo Castro, que no es que la dictadura termino cuando asumió Alfonsín. “En nuestras mentalidades muchos de esos resabios continuaron y continúan en algunas malas autoridades que aún tenemos en Jujuy. Pero el inicio de los juicios era como de una epopeya y para que sea efectivo y termine se decidió tomar solamente un número reducido de casos” declaró.
Castro también recuerda que durante este juicio a las juntas circulaba una publicación que se llamaba “El Diario del Juicio” donde emergieron por primera vez testimonios de jujeños, como el de Elena Mateos, Eulogia Rita Garnica, que tiene dos hijos desaparecidos, además de testimonios de personas que habían presenciado el secuestro de la maestra Dominga Álvarez de Scurta. “Esto nos hizo caer en la cuenta de que la dictadura no fue solo en Buenos Aires, sino que también nos afectó a los jujeños. Esto nos demostró a todos que aquí hubo casos de gente secuestrada, torturada y desaparecida y a la vez fue un gesto de que la justicia podía también llegar a Jujuy”.
Aquí vale aclarar que después del histórico hito del juicio a las juntas en 1985 vinieron las leyes de punto final, obediencia debida y los indultos lo que cerro la posibilidad del inicio del juicio en Jujuy. “Recuerdo que tímidamente los familiares juntaban firmas para que el presidente anule esas leyes. Por eso valoro mucho el trabajo que hicieron los familiares como así también los escritores como Andrés Fidalgo y Ernesto Aguirre que se solidarizaron con estos organismos, además estos escritores nos daban la pauta de tener una sensibilidad despierta donde lo mínimo que podíamos hacer era ayudar. Así comenzamos a trabajar y producir, en mi caso primero colaborando con Andrés Fidalgo que saco su libro en 2001 y posteriormente yo en el 2004 y todo ese material sirvió para el juicio jujeño” detallo Reynaldo Castro.
Sin embargo, en Jujuy, para llegar a los juicios, se tuvo que recorrer un largo camino hasta el 2012. “No por nada, en el ambiente de los abogados y de los familiares de desaparecidos se llamó a Jujuy La Capital de la Impunidad”. Sobre esto Castro expuso que había un juez, Carlos Olivera Pastor que cajoneo muchos expedientes lo que detuvo el inicio del juicio en la provincia hasta que en una manifestación masiva se pidió el apartamiento de este juez. “Después el renuncio a seguir como juez de instrucción y lo suplanto el Juez Fernando Poviña de Tucumán que logro llevar a cabo el juicio”.
“De este hito que significo el primer juicio en Jujuy me acuerdo puntualmente del represor Rafael Braga, ex oficial de Inteligencia del Regimiento de Infantería Mecanizado 20, me acuerdo también de Antonio Orlando Vargas que estuvo al frente de la cárcel de Gorriti. A ellos se los juzgaba y yo sabía que el abogado de Braga utilizaba mi libro “Con vida los llevaron” para argumentar que varios de los desaparecido habían actuado en organizaciones guerrilleras como Pampero Álvarez García, como el Negro Arroyo, algo que los organismos de DD. HH aceptaban y era parte de su identidad revolucionaria pero la mal utilización de mi libro me daba mucha bronca porque lo escribí para denunciar las atrocidades que habían hecho y lo usaban para que juegue a su favor”.
Castro agrego que “a mí me toco ir como testigo contextual, me acuerdo que cuando me toco declarar lleve mi libro, mi computadora con mi base de datos, mis archivos, es decir el material con el que yo iba a dar mi batalla discursiva frente a lo que preguntaban los jueces. Recuerdo que cuando Ricardo Vitellini, el abogado de Braga, me hizo alguna pregunta gire la silla, lo mire a Braga y empecé a dispararle todo lo que sabía cómo aquella vez en la que había hecho pasar una humillación a Elena Mateos cuando le pidió que se pare en un charco si quería pasar al cuartel, o aquella vez que le pidió un fusil a un soldado y le disparo a un paisano que estaba en el polígono de tiro. Comencé a sacar toda esa serie de datos y también como fue reconocido Braga que tenía en el rostro una cicatriz visible y era el que había comandado el operativo de secuestro de Pampero Álvarez García, no quedaba duda de que él había sido el responsable de la última vez que sus familiares lo vieron con vida” conmemoró el investigador.
“Yo sentía que era una gratificación poder decirle secuestrador a un secuestrador en la cara. Yo tuve esa suerte. No sabía cómo iba a terminar el juicio, pero me lleno de orgullo haber aportado con mi testimonio y mi investigación. Afortunadamente, después fueron condenados. Ahora la deuda pendiente es que la justicia termine de juzgar y condenar a todos lo que aún faltan, incluidos los responsables civiles. Sería un gesto de civilidad que se terminen estos juicios y se acaben los atropellos sobre los familiares, los gremialistas y los trabajadores” concluyo Reynaldo Castro.